Una hipoteca a plazo fijo con tus ojos. Una habitación con
vistas a tu espalda. Un tesoro repleto de gemidos compartidos. Un vestidor de
caricias nuevas. Una cuenta la que sumen todos los abrazos que te debo. Una bolsa de
miradas en la que cotice la complicidad. Un barco que navegue entre nuestros
proyectos en común. Un plan de vida que asegure el respeto. Unas vacaciones
enredada en tu pelo. Un perfume que conserve el olor de tus camisas. Un paseo por los surcos de tus arrugas de reír. Un diván lleno de anécdotas hasta la vejez. Y el dinero justo para descubrir un nuevo destino juntos,
para comprar un sofá en el que vivir abrazados, para llenar el estómago con
comidas para dos, para alquilar un estudio en el que siempre huela a hogar.
Nunca pondría en venta el amor que me tienes, no existe
dinero que compre lo que te quiero.
Dime,
cariño, ¿quién quiere lujos materiales habiendo encontrado el amor?
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